jueves, 31 de marzo de 2011

No el Caribe, Mi Caribe

Le quisiera extender las gracias al compañero David González Vázquez por mandarme la introducción a su trabajo sobre el Caribe que esta llevando a cabo como parte de nuestro curso de Literatura Caribeña con Margaret Shrimpton en la Universidad Autónoma de Yucatán. Me interesa mucho la idea que David nos plantea de re-imaginarse o de ‘autorreconocimiento’ de si mismo dentro de SU Caribe a través de los diferentes aspectos culturales y sociales que pueden formar parte de una identidad Caribeña o Antillana. La idea del viaje o de movimiento que David ha tenido como experiencia al venir a Mérida y su posterior reconocimiento como alguien Caribeño es sin duda un gran ejemplo y aporte para nuestro blog.

De nuevo, gracias a David y espero que podamos tener algo de dialogo a partir de este nuevo aporte.

Jesús

En lo que sigue encontraran la introducción de David:



David González Vázquez

Ser consciente es ocuparse de sí mismo…
William Robert Daros

El Caribe. Lo uno y diverso. ¿Quién formulo dicha expresión? No lo sé, quizá Yolanda Wood o Nancy Morejón, aún en esto, este territorio geo-intelectual es múltiple, y a la vez tiene algo en común. Tan es así, que en mi experiencia personal de vida, el Caribe se ha manifestado como un fenómeno existencial, que sin ser yo consciente de él, sucedió –y los sigue haciendo– tanto en mi infancia como en mi juventud, pues nací en Cancún, la Meca del turismo mexicano, y tiempo después, el bendito viaje me alcanzó, me devoró y me digirió/dirigió hasta otro punto del Caribe continental mexicano: Mérida, Yucatán (en donde por cierto, he venido a ser consciente de mi parcial identidad caribeña).

Ahora bien, quizá se pueda argumentar que Quintana Roo y específicamente Cancún, no pasaron por los mismos procesos históricos que, por ejemplo, el Caribe Insular. Sin embargo, creo firmemente que mi tierra natal también forma parte de la dinámica caribeña, aunque claro, a su forma, por ello la importancia de la expresión “lo uno y diverso”. Daré dos breves ejemplos de situaciones similares a las sostenidas en otros enclaves caribeños. La primera de ellas es la composición exógena de la población cancunense, es decir, la mayoría de su población (me atrevo a decir que más de tres cuartas partes de ésta) viene de otro lugar, ya sea de otras partes de la República Mexicana (Yucatán, D.F., Hidalgo, Chiapas…) como de otros países, entre ellos: Argentina, Colombia, Brasil, Cuba, Francia, Italia, Estados Unidos y una larga lista… La cosa no termina ahí, pues los emigrantes se han establecido permanentemente, así como entremezclado unos con otros, y han formado familia, y aquí está el punto que quiero resaltar: las nuevas generaciones (dentro de las que me incluyo) ya no se identifican como defeños, yucatecos, argentinos, italianos, franceses y demás; pero tampoco se identifican como mayas (etnia originaria de la región), sino que han entrado en crisis identitarias al no crear vínculos de pertenencia con los lugares originarios de su familia y, al mismo tiempo, no sentir identificación con el pasado histórico de Quintana Roo. El proceso, pienso, es similar al experimentado por la diáspora de afrocaribeños, pues ya no se identifican exactamente con África, ni tampoco con los colonos blancos, sino que proceden a configurar nuevas identidad. La segunda razón por la que afirmo que Cancún entra dentro de procesos similares a los observados en el Caribe Insular, radica en la recurrencia del viaje, a la incorporación de éste a la vida cotidiana de la población quintanarroense en general, y más específicamente al área conocida como “Rivera Maya”. Sucede que grandes núcleos de población viajan diariamente en busca del pan de cada día, viajan de un polo a otro, a veces de Cancún a Tulúm, de Playa del Carmen a Cozumel, de Puerto Morelos a Cancún, de Isla Mujeres a Cancún, de Isla Blanca a Playa del Carmen, y así, en un infinitud de cruzamientos y entrecruzamientos. Vemos la presencia de islas como Isla Mujeres y Cozumel, aunque creo que puntos como Cancún, Playa del Carmen, Puerto Morelos también se pueden considerar islas rodeadas de selva y no de mar, entre cuyos márgenes hay una población flotante que ondula diariamente de un punto a otro como forma de supervivencia, como forma de bregar. Además, existen otras formas de viaje, como el que yo experimento, en donde el sujeto se ve forzado a migrar, por la insuficiente oferta educativa de la región, a otras partes de la República o a otros países .

¿Por qué comentó todo esto? Por dos razones: 1) que gracias al curso de Literatura Caribeña, impartido por la Dra. Margaret Shrimpton, así como por la espléndida caterva de escritores caribeños (Aimé Césaire, Gontran Damas, Kamau Brathwaite, George Lamming, Luis Rafael Sánchez…) he venido a ser consciente de mi pertenencia al Caribe, lo cual agradezco infinitamente; y 2) estrechamente vinculado con el punto uno, es que una de las funciones primordiales de la escritura caribeña es la concientización de pertenencia a una dinámica tanto social como histórica de un espacio denominado Caribe, cuyo consecuente desarrollo ha sido la configuración de discursos identitarios. Luego entonces, ya no es el Caribe, sino mi Caribe, donde la literatura ha desempeñado un papel principal como llave o puente para el autorreconocimiento, filosóficamente hablando, un encuentro del ser-ahí con sí mismo.

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